Se sabe que el tiempo viaja en la cabeza y que es la idea que uno tiene de él. Pero cuando el tiempo que es la pelota, atraviesa el aire en dirección al arco, deja un túnel, un espacio donde no hay memoria, un lugar para morir sin que nadie lo note.
No se debe morir después de un cabezazo, como murió el veterano Benetto, cuando le dio de frente a esa pelota humedecida por el rocío, con peso, velocidad y distancia, impulsada desde la línea por el loco Migueles. El gringo se elevó como en los buenos tiempos. -¡Largue!, -gritó, cuando ya era inminente el frentazo, y ahí fue la pelota hacia el ángulo más alejado del arquero que la miró pasar. -Bien ahí..., -dijo Migueles sin notar que el gringo había muerto después del cabezazo o bien se había colgado del túnel abierto para mirar lo eterno, la vida que se va con la pelota.
No hay comentarios:
Publicar un comentario